Periodista, novelista, marine, colaborador de Orson Welles en la radio, Richard Brooks fue un todoterreno con una pasión constante por la narración en cualquiera de sus formas. Pocos lo saben, pero comenzó su carrera como guionista de los epics de Maria Montez: aventuras de ensueño en technicolor como
La salvaje blanca (1943) o
La reina de Cobra (1944). De la fantasía exótica pasó a escribir o adaptar violentas tramas de cine negro, como
Brute Force (1947) de Jules Dassin o
Cayo Largo (1948) de John Huston. Gracias al apoyo de Cary Grant, debutó como director en
Crisis (1950), un thriller médico.
Cary Grant y Paula Raymond en Crisis (1950)
Humphrey Bogart y Roy Silvers en Deadline USA (1952)
Humphrey Bogart, June Allyson y Perry Sheehan en Campo de batalla (1953)
Tras la notable
Deadline USA (1952), su personal homenaje al mundo del periodismo con Humphrey Bogart como director de diario enfrentado por igual a la mafia y a los poderes públicos, Richard Brooks repitió con Bogart en
Campo de batalla (1953), película que muchos han querido ver como un antecedente de
M.A.S.H. de Robert Altman. Ese mismo año estrenaría
Hombres de infantería, donde rendía tributo a sus años de marine en una crónica realista sobre la instrucción de los futuros soldados a manos del consabido sargento de hierro (Richard Widmark) contrapuntado por otro sargento de corazón de oro (Karl Malden)
En 1954 da una nueva muestra de su versatilidad adaptando a Scott Fitzgerald en
La última vez que vi París, basada en "Babilonia Revisitada". La acción, que arranca en los días de la liberación de París, narra los anhelos y fracasos de un periodista americano aspirante a escritor, interpretado por Van Johnson, y su historia de amor con una bellísima y sufriente Elizabeth Taylor. No faltan los tópicos de americanos en París, pero el conjunto desprende una poderosa melancolía.
Karl Malden, Richard Widmark y Elaine Stewart en Hombres de infantería (1953)
Elizabeth Taylor y Roger Moore en La última vez que vi París (1954)
Glenn Ford y Sidney Poitier en Semilla de maldad (1955)
En cualquier caso, a Brooks la fama le llegaría en 1955 con
Semilla de maldad, acercamiento entre realista y moralista a la delincuencia juvenil en las aulas de los barrios pobres de Nueva York, con Glenn Ford en el rol de un padre Flanagan laico, y que pasaría a la historia por incluir en sus créditos el primer himno oficial del rock & roll: el contagioso
Rock around the clock, de Bill Halley y sus cometas. La película conoció un enorme e inesperado éxito, y dio a su director el crédito suficiente para aspirar a mayores empresas.
Robert Taylor y Debra Paget en La última cacería (1956)
Cartel de Sangre sobre la Tierra (1957)
Escena de Los hermanos Karamazov (1958)
En 1956 incursionó por primera vez en el western con
La última cacería, sobre la caza de bisontes en las praderas norteamericanas. Aunque no muy valorado en su tiempo, representa un film pionero por sus preocupaciones ecologistas, anticipando asimismo la deriva crepuscular del género.
Posteriormente retomaría su línea de adaptaciones literarias con tres producciones de muy diverso signo. La primera es
Sangre sobre la tierra (1957), un ejercicio de tolerancia de corte liberal, un tanto insuficiente pero insólito para la época, sobre un tema tan espinoso como la revuelta de los
Mau-mau contra los colonos blancos en Kenia. Rodada en blanco y negro, con localizaciones de estudio, la película está menos atenta a su potencial dramático que a la insistencia en su mensaje integrador, simbolizado en la escena final con el colono Rock Hudson cargando a sus espaldas a un herido Sidney Poitier.
De 1958 es
Los hermanos Karamazov, una adaptación con pretensiones de totalidad de la novela de Dostoievski, pero que debería haberse llamado "el hermano Karamazov", por centrarse casi exclusivamente en el personaje de Dmitri (Yul Brynner)
Paul Newman y Elizabeth Taylor en La gata sobre el tejado de zinc (1958)
También en 1958 llevaría a cabo su primera y más famosa adaptación de Tennessee Williams con
La gata sobre el tejado de zinc, película considerada fuerte para su época hasta el punto de que el director se vio obligado a convertir la homosexualidad del protagonista masculino (Paul Newman) en parálisis emocional. Centrada en los conflictos de un matrimonio sureño en el que la mujer (de nuevo, una bellísima y salvaje Elizabeth Taylor) reclama, sin éxito, las atenciones de un marido apático, contó también con la participación de Burl Ives, que había estrenado la obra en Broadway, en el personaje de Big Daddy, el viejo padre de Paul Newman, todopoderoso amo de una plantación infinita, enfermo de cáncer.
Burt Lancaster y Jean Simmons en Elmer Gantry (1960)
Paul Newman y Geraldine Page en Dulce pájaro de juventud (1962)
Comenzó la decada de los sesenta con
El fuego y la palabra, una brillante y polémica adaptación de la novela "Elmer Gantry" del nobelizado escritor Sinclair Lewis, sobre un predicador evangélico (inmenso Burt Lancaster) que utiliza la religión para su propio beneficio. Durante el rodaje de esta película Richard Brooks comenzó su relación con Jean Simmons, con la que se casaría el 1 de noviembre de 1960. El matrimonio duró diecisiete años y tuvieron un hijo.
Tennessee Williams habría quedado muy satisfecho con su dirección de actores en La gata..., así que no hubo el menor problema para que llevase a la pantalla otro de sus melodramas más famosos,
Dulce pájaro de juventud (1962), con el mismo reparto de Broadway: de nuevo Newman acompañado por Geraldine Page. Dulce pájaro... narraba la relación entre un jóven aspirante a actor que volvía a su pueblo natal en compañía de su protectora, una diva en crisis, alcoholizada y olvidada. También aquí los aspectos más controvertidos del texto original fueron suavizados.
Peter O'Toole en Lord Jim (1965)
Burt Lancaster y Claudia Cardinale en Los Profesionales (1966)
Robert Blake y Scott Wilson en A sangre fría (1967)
Etiquetado como gran adaptador, siguió en esa línea con
Lord Jim (1965), sobre la famosa novela de Joseph Conrad y con Peter O'Toole de protagonista, un proyecto muy anhelado por Brooks y al que dedicó tres años de trabajo. Lord Jim es un magnífico film de aventuras que no sacrifica un apice la complejidad psicológica de los personajes, y todo a pesar de un azaroso rodaje que les llevó por Camboya, Hong-Kong y Malasia.
Continuaría su carrera con
Los profesionales (1966), un gran western basado en un libro de Frank O'Rourke y ambientado durante la Revolución Mexicana, con un lujoso reparto donde estaban Lee Marvin, Burt Lancaster, Claudia Cardinale o Robert Ryan.
Pero el momento culminante llegaría con la modélica versión fílmica de
A sangre fría (1967), la obra maestra de Truman Capote. Rodada en blanco y negro, con actores poco conocidos y en los escenarios naturales donde transcurrieron los hechos, Brooks nos ofrece un trabajo sobrio, cuidando al máximo todos los detalles y siendo absolutamente fiel al texto original. Probablemente se trata de la mejor película de su carrera.
Cartel de Con los ojos cerrados (1969)
Goldie Hawn en Dólares (1971)
Cartel de Muerde la bala (1975)
Con Jean Simmons de protagonista, en 1969 estrena
Con los ojos cerrados, sensible relato de una crisis matrimonial con tintes autobiográficos. De 1971 es
Dólares, thriller cínico y bastante divertido sobre las andanzas de un pareja de atracadores formada por Warren Beatty y Goldie Hawn. En 1975 volvería con
Muerde la bala (1975), un western áspero, violento y realista con Gene Hackman y
Candice Bergen.
Para acabar la década de los setenta, dirigió
Buscando al Sr. Goodbar (1977), adaptación de un bestseller de Judith Rossner, con Diane Keaton de protagonista y que supuso el debut en el cine de Richard Gere. Tachada apresuradamente de moralista (la chica, tras haberse entregado a todo tipo de vicios, muere asesinada por un maníaco) constituye un relato lúcido y penetrante sobre la vida erótica en las grandes ciudades.
Richard Gere y Diane Keaton en Buscando al Sr. Goodbar (1977)
Cartel de Objetivo Mortal (1982)
Cartel de Juego sucio en Las Vegas (1985)
Tras la disparatada farsa política
Objetivo mortal (1982) que pasó sin pena ni gloria, Brooks se despidió del cine con
Juego sucio en Las Vegas (1985), una estimable aproximación al mundo de los adictos al juego, que mereció mejor suerte. El desastre en taquilla de sus dos últimas películas, de las que también era productor, le supusieron una debacle económica de la que no se recuperó.
Richard Brooks murió el 11 de marzo de 1992 de un ataque cardíaco, en su casa de Beverly Hills.