Dennis Hopper, el último rebelde de Hollywood
30 de mayo de 2010
A los 74 años, nos dejó este sábado el gran actor y cineasta Dennis Hopper, uno de los representantes del Hollywood más rebelde y contestatario, e icono de la contracultura desde que dirigiera "Easy Rider" en 1969
Easy Rider supuso un hito imborrable que zarandeó completamente al mundo hiperconservador de Hollywood, introduciendo en el cine el espíritu de una época: "Nadie se había visto a sí mismo en las películas hasta entonces. La gente fumaba porros y tomaba LSD por todo el país pero en el cine seguían viendo a Doris Day y a Rock Hudson", confesó en una entrevista.
Hopper, junto a sus amigos Peter Fonda y Jack Nicholson, se embarcó en la aventura de dirigir una road movie de bajo presupuesto y altas dósis de talento, combinando sexo, drogas, gasolina y parajes desérticos en una viaje iniciático que se reflejaba un país histérico y desfasado, repleto de contradicciones, en cuyos márgenes latía una contracultura enfrentada al poder corrupto y vicioso, diferenciada de la sociedad dominante por su capacidad crítica y su aire de cambio y evolución.
Llena de referencias culturales de todo tipo, sus dos protagonistas se llaman Wyatt y Billy, aludiendo a los famosos Wyatt Earp y Billy "El niño". El éxito fue impresionante, y se estima que el film multiplicó por 100 la inversión inicial de apenas 500.000 dólares. Según el crítico Peter Biskind, "aquella película fue la demostración de que podías batir a la industria en su propio terreno, podías drogarte, expresarte y además, ganar dinero"
Claro que Easy Rider no sería lo mismo sin su banda sonora, temas inolvidables como Born to Be Wild de Steppenwolf, White Rabbit de Jefferson Airplane o If Six Was Nine de Jimi Hendrix.
Antes de Easy Rider, el nombre de Dennis Hopper iba enteramente unido al de su gran amigo James Dean. Alumno del Actors Studio como Dean, le acompañaría en el reparto de Rebelde sin causa (1955) y Gigante (1956). También intervino en clásicos del western como "Duelo de titanes" (1957) o "Los cuatro hijos de Katie Elder" (1965)
Tras Easy Rider, la carrera de Hopper prometía mucho, pero el estrepitoso fracaso de su segundo film The Last Movie (1971), ambientada y rodada integramente en Perú (concretamente en la región de Cuzco) le condenaron al ostracismo durante bastantes años.
Por si fuera poco, las adicciones agravaron su descenso a los infiernos, llegando a necesitar treinta cervezas diarias y tres gramos de cocaína sólo para funcionar. Sólo al final de la década encontró algo de luz con su rol secundario en la inolvidable Apocalipse Now (1979) de Coppola, donde era al fotógrafo hippie y medio loco que adoraba al Coronel Kurtz.
En 1983 entró en una clínica de desintoxicación y su vida personal y profesional pareció asentarse relativamente, si bien su carácter difícil le siguió causando problemas, sobre todo con las mujeres (se casó cinco veces), ninguna de las cuales le aguantaba demasiado.
En 1986 hizo otro de sus papeles destacados como el psicópata de Terciopelo azul. David Lynch preparaba el rodaje cuando el guión cayó en las manos de Hopper, quien no tardó en llamr al director: "David, tienes que darme el papel de Frank Booth... ¡Porque yo soy Frank Booth!". Y lo consiguió, claro...
La carrera de Hopper es una endemoniada montaña rusa; una colección de filmes de culto mezclados con películas malísimas, algún que otro taquillazo y fracasos impresionantes. Pocas filmografías son tan contradictorias, originales... y divertidas.
Su caracter anti-establishment no impidió que tuviera incluso una nominación al Oscar como mejor actor secundario. Fue por su trabajo en Hoosiers, más que idolos (1986), una de esas películas de "superación" típicas de los ochenta, en este caso ambientada en el mundo del baloncesto "high-school" y donde interpretaba a un alcohólico, un rol que sin duda no le era desconocido.
En los ochenta dirigió dos películas. La original y muy estimable Caído del cielo (1980), calificada en su día por la crítica como "el último film de la era punk-rock"; y Colores de Guerra (1988), drama policiaco ambientado en Los Angeles con la delinciencia juvenil como telón de fondo. Ya en los noventa, sus esporádicos trabajos tras la camara pasarían con más pena que gloria, renunciando incluso a aparecer en los créditos de Camino de retorno (1990)
Aunque no dejó de trabajar hasta casi el final de su vida, a nivel popular su último papel importante fue el villano de Speed (1994), aquella película tan entretenida sobre un autobús que llevaba una bomba en los bajos, y que para evitar que explotara no podía reducir su velocidad... Luego sería imitada hasta la saciedad.
Las inquietudes artísticas de Hopper iban más allá del cine, interesándose por la fotografía y el arte moderno, tanto en la faceta de pintor como de coleccionista. Entre sus amistades estaba gente como Jasper Johsn, Andy Warhol o David Hockney.
El pasado 26 de marzo recibió su estrella en el Paseo de la fama de Hollywod. En la ceremonia, un Hopper visiblemente desmejorado pero de muy buen humor, estuvo acompañado de viejos amigos como Jack Nicholson. "Todo lo que he aprendido en mi vida lo he aprendido de ustedes y del maravilloso mundo por el que viajé y vi", dijo entonces Hopper. "Este ha sido mi hogar y mi escuela. Y los amo a todos ustedes. Yo sólo quiero darles las gracias. Esto significa mucho para mí, y muchas gracias a todo el mundo"
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