Ahí está la poesía: de pie contra la muerte
24 de abril de 2008
(...) Santa Teresa y San Juan de la Cruz tuvieron para mí un significado muy particular en el exilio al que me condenó la dictadura militar argentina. Su lectura desde otro lugar me reunió con lo que yo mismo sentía, es decir, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, el país del que fui expulsado para mí. Y cuánta compañía de imposible me brindaron. Ese es un destino "que no es sino morir muchas veces", comprobaba Teresa de Avila. Y yo moría muchas veces y más con cada noticia de un amigo o compañero asesinado o desaparecido que agrandaba la pérdida de lo amado. La dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas y cabe señalar que la palabra "desaparecido" es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto. El Quijote me abría entonces manantiales de consuelo (...)
(...) Don Quijote destaca un hecho que ha modificado por completo la concepción de la muerte en Occidente: es la aparición de la muerte a distancia, cada vez más segura para el que mata, cada vez más terrible para el que muere. Pasaron al olvido las ceremonias públicas y organizadas que presidía el mismo agonizante en su lecho: la despedida de los familiares, los amigos, los vecinos, el dictado del testamento ante los deudos. La muerte hospitalizada llega hoy con un cortejo de silencios y mentiras. Y qué decir de los 200.000 civiles de Hiroshima que el coronel Paul Tobbets aniquiló desde la altura apretando un simple botón. Piloteaba un aparato que bautizó con el nombre de su madre, arrojó la bomba atómica y después durmió tranquilo todas las noches, dijo. Pocos conocen el nombre de las víctimas cuya vida el coronel había segado. La muerte se ha vuelto anónima y hay algo peor: hoy mismo centenares de miles de seres humanos son privados de la muerte propia. Así se da en Irak (...)
(...) Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero. La memoria es memoria si es presente y así como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para que entre en su pasado. Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular (...)
Juan Gelman en su discurso de recogida del Premio Cervantes (discurso completo)
Juan Gelman recibiendo el Premio Cervantes (23-04-2008)
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) es uno de los grandes poetas vivos en lengua española, y en él se reunen además, de manera inseparable, la actividad creadora con un intenso activismo político y social. Su origen como hijo de inmigrantes ucranianos; su ingreso con sólo quince años en la Federación Juvenil Comunista; la creación en 1955 del grupo Pan Duro, fomado por jovenes poetas comunistas que difundían colectivamente sus trabajos; su encarcelamiento en 1963 por oponerse a la dictadura de Guido; la fundación del grupo Nueva Expresión y la editorial La Rosa Blindada, vinculadas al peronismo de izquierdas, su militancia opositora durante la dictadura militar argentina, así como su trabajo desde el exilio en favor de la condena internacional de ese régimen genocida, y por si fuera poco, la imposibilidad de volver a su país una vez restablecida la democracia por una absurda persecución judicial de la que sólo en 1988, y gracias a la presión de numerosos intelectuales y escritores de todo el mundo, pudo librarse, dan testimonio de una vida comprometida hasta las últimas consecuencias, siempre en favor de los que más sufren, de los más necesitados.
Para darse cuenta del caracter indomable de Juan Gelman, cuando en 1989 el presidente Carlos Ménem le concedió el indulto junto a otros 64 ex-miembros de organizaciones guerrilleras, él lo rechazó diciendo:
«Me están canjeando por los secuestradores de mis hijos y de otros miles de muchachos que ahora son mis hijos»
Marcelo Ariel Gelman y su esposa María Claudia García, víctimas de la dictadura
La referencia a sus hijos no era precisamente retórica. Se refería Gelman a la más profunda tragedia que ha marcado su vida: el secuestro y desaparición en 1976 de su hijo Marcelo Ariel, con sólo 20 años, y de la esposa de éste, María Claudia García Iruretagoyena, de 19, que además estaba embarazada de siete meses. Los restos de su hijo Marcelo fueron hallados en 1990 en un tambor lleno de cemento arrojado a un río, en tanto que los de María Claudia no han sido hallados hasta ahora. También otra hija suya, Nora Gelman, estuvo detenida en 1976, aunque tuvo la fortuna de ser liberada dos días después.
Marcelo Gelman, periodista y amante de la poesía como su padre, escribió estos impresionantes versos cuando ya veía cercano el final de su corta vida:
Me despido de este país.
Me despido de mis amigos,
de mis enemigos.
Amigos.
Sólo quiero recordarles
que no dejen de ser
mis amigos.
Sólo quiero recordarles
que no me olviden
a la marcha del tiempo,
a la marcha del tren
en que me vaya
que borran las huellas de la
amistad lejana.
Juan Gelman posando con sus nietos Jorge y Macarena (21-04-2008)
Tras una intensa y desesperada búsqueda durante años como sólo unos padres pueden hacerlo, luchando contra el olvido y las trabas impuestas por el gobierno uruguayo (país donde habían sido trasladados los detenidos en el marco de la siniestra Operación Cóndor), en el año 2000 Juan Gelman consiguió al fin su recompensa y pudo reunirse con su nieta nacida en cautiverio, que respondía al nombre de Macarena.
En un acto de gran dignidad y valentía, al enterarse de la verdadera historia y de quienes eran sus verdaderos padres y su verdadero abuelo, esta muchacha decidió cambiar sus apellidos, pasando a llamarse María Macarena Gelman García. Ella estaba ayer presente en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares cuando su abuelo recogía el Premio Cervantes, muy emocionada y a punto de llorar, junto a los otros tres nietos del poeta: Jorge, Andrea e Iván.
¡¡¡Qué premio tan merecido, qué hombre tan honorable, y qué verdadero privilegio es para los españoles contar con su presencia!!!
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